Nelo vuelve a estar depre y yo empiezo a plantearme la posibilidad de llevarlo al psicólogo o suministrarle antidepresivos como cuando llegó hecho un mar de ansiedades. Y es que estos días hemos tenido en casa un huésped y eso de estar acompañado las 24 horas le ha recordado su tierna infancia al lado de Nua. Ayer, cuando me llevé al pequeño (aunque anciano) Bruc de vuelta a casa, el quillo se quedó llorando a aullido vivo, y, de nuevo, el vecindario me miró mal. Al volver me dijo (a su manera, ya se sabe):
—Mami, quiero un hermanito.
—¡Ni soñarlo! —respondí— Ya tienes a los gatos.
—No es lo mismo.
—Por eso, por eso precisamente, porque no es lo mismo atender a los gatos que a un cachorro locuelo como tú, no tendrás un hermanito y no se hable más.
Zanjé así la discusión y él se quedó hecho un ovillo en la camita que ambos han compartido estos días. Hoy que bajo a BCN le compraré hipéricum a ver si se le pasa la tontería.
La frase del día: Así estoy yo sin ti.
J. Sabina
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